“¿Y por qué importaría eso…?”

Susana Matute Charún

Hace algunos meses se hizo público en las redes de unos historiadores peruanos el hallazgo de la tumba de un ex esclavizado africano en el Presbítero Maestro. Un lector respondió a la misma con una pregunta retadora: “Hmmm, Y por qué importaría eso?, haber(sic) respuestas puntuales”, cuestionó. Encontré el comentario hoy, mientras repasaba información para escribir esta nota. La pregunta me dejó pensando en una situación que enfrentamos con frecuencia cuando se trata de afrodescendientes en el Perú.

El Censo de Población y Vivienda 2017 arrojó el dato de que el 3,6 % de la población peruana se identifica como parte del Pueblo Afroperuano. Esto equivale a 828,894 personas. Con esa cifra en mente, podría responder al comentario retador que al menos a alguno de esos ciudadanos les importa la noticia. O tal vez le importa a cualquiera de los millones de estudiantes peruanos que, en este momento, están viviendo las conmemoraciones del Bicentenario. O a cualquier peruano o peruana que realmente valore la riqueza cultural de la que forma parte.

Los asuntos clave de la interculturalidad, que es parte de la rectoría que le corresponde al Ministerio de Cultura, plantean alternativas de convivencia, propuestas críticas y reflexiones permanentemente abiertas que permitan responder preguntas como la que da título a este escrito. De esta forma, la interculturalidad contribuye a movilizar a una sociedad que debe responder a su tiempo, formando ciudadanos antirracistas.

En los últimos diez años, desde Cultura, se ha avanzado en la identificación y definición de los sujetos de derecho de la interculturalidad en el país. Los pueblos indígenas u originarios y afroperuanos bordean alrededor del 30% de la población nacional (CPV 2017). Tengo la seguridad de que la mayoría de nuestros compatriotas no lo recuerda o no lo sabe. El rol del sector debería consolidarse en ese sentido, en garantizar que el país conozca, viva y comprenda su diversidad cultural.

La llegada de un nuevo gobierno en el marco del Bicentenario, y de cara a una agenda nacional e internacional que impulsa las mismas oportunidades para todas y todos, implica la incorporación del enfoque intercultural. Este es indispensable en la gestión pública, de manera que los decisores, funcionarios y servidores públicos no respondan solo a principios personales, sino que realmente cumplan con sus competencias respondiendo a una gestión con un enfoque de derechos. Con equidad, igualdad y paridad, asegurarían que las brechas existentes entre pueblos se acorten y se cierren en el futuro.

En este momento se encuentra en consulta pública la Política Nacional del Pueblo Afroperuano y, sin duda alguna, una pregunta que puede aparecer entre los que se enteren será: ¿por qué hacer algo por las personas solo por el color de su piel? Esta política no tiene nada que ver con eso, sino con un problema público poco percibido por el común del país: el limitado ejercicio de los derechos sociales, económicos y políticos que debe enfrentar el Pueblo Afroperuano como resultado de su pasado histórico relacionado con la esclavización, cuyo origen se ubica en la Colonia (se encuentra lista la consulta previa una propuesta similar para los Pueblos Indígenas u Originarios). Las desigualdades en el ejercicio de derechos nunca han sido atendidas por el Estado peruano y se expresan, en la actualidad, en la falta de oportunidades, las brechas socioeconómicas, las manifestaciones discriminatorias y racistas, entre otras expresiones, las cuales impiden el pleno disfrute de sus derechos fundamentales y colectivos.

Existen generaciones de peruanas y peruanos a los que sí les importa que sean atendidas sus necesidades y demandas con pertinencia cultural. Que sus ancestros sean visibilizados y reconocidos como parte de la historia de su país. También interesa que sus aportes se dimensionen más allá de los casilleros a los que han sido reducidos, que los hombres y mujeres tengan acceso a un trabajo formal bien retribuido y sin discriminación, reconociendo sus capacidades y no por los prejuicios, de jóvenes que reciban un servicio educativo de calidad en el cual ellos sean valorados y respetados al igual que todos los ciudadanos, de niños y niñas que no sean estigmatizados por sus características físicas o su apariencia personal. Los afroperuanos son esos ciudadanos y merecen esa reparación de parte del Estado. La propuesta de política pública es uno de los muchos pasos que tienen que darse en ese proceso. Los otros tienen que ver con una propuesta de ley de protección de los derechos y de promoción de desarrollo de los pueblos afroperuanos y un espacio de coordinación y participación multisectorial, así como con la creación oficial de una Base de Datos del Pueblo Afroperuano que genere evidencias sobre la situación socioeconómica de este colectivo y la creación de un fondo de incentivos para su desarrollo. Cuando conocemos más sobre la historia de la población esclavizada peruana entendemos por qué sí importa un compromiso con la interculturalidad en las políticas públicas.


Crédito de la imagen: «Rosa Cuchillo«, actuación de Ana Correa en el Brown International Center Advanced Research Institute, junio 2012.

01.09.2021

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