Caral, ¿origen de la civilización andina?

Sergio Saez Diaz

Cuando Julio C. Tello planteó que Chavín había sido la “cultura matriz” en los Andes, el difusionismo, la teoría que proponía que desde un único centro se había difundido el avance cultural, estaba en boga en todo el mundo. Tello consideró que ningún otro sitio se había desarrollado tanto como Chavín y que desde allí se difundieron los estilos cerámicos, técnicas arquitectónicas, orfebrería y demás. Con el paso de los años el difusionismo fue cayendo en desuso y en el caso de Chavín, además, se fueron descubriendo nuevos sitios, en diferentes regiones, que terminaron siendo contemporáneos o más antiguos. Kotosh en la sierra central, Sechín Alto en el norte chico, Huacaloma en la sierra norte, Huaca de los Reyes en la costa norte o Garagay en la costa central demostraron que el desarrollo andino tuvo muchos frentes, cada uno con sus propias características, y no se concentró en un único lugar.

Con el redescubrimiento de Caral, a mediados de la década de los noventa, se volvió a plantear un difusionismo similar: ahora el origen de “lo andino” estaba en el valle de Supe. Es más, en una reciente entrevista publicada en la página web de National Geographic, se aseguró que el sitio de Ventarrón (Lambayeque) o el valle de Chillón recibieron la “influencia” de la “cultura Caral”. En general, se le atribuye a Caral una influencia en todos los Andes. ¿Es esto cierto, sin embargo? En realidad, en cada región en donde se han encontrado asentamientos contemporáneos se han detectado manifestaciones culturales diferentes. He aquí algunos ejemplos.

En el norte chico, en donde están sitios como Caral, Chupacigarro o Cerro Lampay, las pirámides se construyen con shicras (especie de bolsones rellenos de piedras). Existen plazas circulares hundidas y el espacio principal repite la “Tradición de la Costa Norcentral”: habitación con fogón, precedida por una antesala. Sechín Bajo, en Casma, se construye con adobes y ampliando las plataformas con rellenos de piedras y tierra, y presenta plaza circular hundida. Lamentablemente, los recintos estaban muy destruidos como para describirlos. Las plataformas de Ventarrón, en Lambayeque, fueron construidas con “celdillas” (estructuras de barro rellenas de tierra, arena y restos orgánicos), y los recintos más importantes presentan pintura mural de colores, altorrelieves y un fogón. Entre Huánuco y Áncash, en donde están sitios como Kotosh, Shillacoto o La Galgada, se registran esculturas (Templo de las Manos Cruzadas) y el espacio principal repite la “Tradición Mito”: habitación con piso a desnivel y fogón central. En el valle del Chillón, aparecen esculturas de animales y rostros en Buenavista, una plaza circular en Pampa de los Perros y en ambos, además de El Paraíso, se construyen los edificios siguiendo la “Tradición El Paraíso”: patios y recintos interconectados. A esta descripción esquemática podríamos añadir el sitio de Santa Ana – La Florida, en el actual Ecuador, en donde se registró un edificio en forma de espiral y cerámica. Un edificio similar fue descubierto en Montegrande, Jaén, mientras que en Casual y Las Juntas (Bagua) se registraron pinturas murales, lo que estarían poniendo en evidencia  una tradición diferente en la actual frontera peruano-ecuatoriana.

Ahora hablemos de los fechados. El artículo publicado en el año 2001 por Ruth Shady, Jonathan Haas y Winifred Creamer en la revista Science, nos brinda la fecha promedio de 2627 ANE (antes de nuestra era) como la más antigua de Caral. El pequeño texto que acompaña su cuadro señala que la muestra salió de “un estrato debajo de la plaza circular hundida en frente de la Pirámide Mayor”. Debido a que no hay ninguna otra descripción que nos permita saber qué tipo de actividades habrían producido la muestra que sirvió para ese carbón y, como tampoco hay disponible ningún dibujo que muestre detalladamente la superposición de actividades durante la ocupación del sitio, tenemos que asumir que se ha fechado un evento anterior a la plaza circular. Es decir, la muestra no fecha ningún edificio monumental. Los cinco fechados posteriores corresponden a los Sectores A y N, calificados como espacios residenciales por el Proyecto Caral. Recién con el séptimo fechado en antigüedad (2450 ANE) tenemos un contexto monumental: “piso inferior en la cima del muro que rodea la plataforma de la plataforma circular hundida, Sector L” (Templo del Anfiteatro). Tenemos entonces que ninguno de los seis fechados más antiguos llega a los promocionados cinco mil años, como tampoco corresponden a la aparición de la arquitectura monumental y mucho menos evidencian la presencia de una ciudad. Es posible que sí existan una o varias ocupaciones más antiguas que se encuentren debajo de las enormes pirámides, pero estas podrían corresponder a campamentos o aldeas. No tenemos manera de saberlo sin una adecuada descripción y sin dibujos de los contextos.

Cuando comparamos los fechados de los demás sitios, encontramos que cada región fue desarrollándose poco a poco. Sechín Bajo presenta arquitectura monumental desde el 3000 ANE. Los habitantes de Santa Ana – La Florida (3010-2880 ANE) empiezan con ocupaciones modestas por esta época y luego construyen el edificio en espiral. En Caral, Ventarrón (2300-2034 ANE) y Buenavista (2470-2020 ANE), los habitantes empiezan a construir los templos luego del 2500 ANE y, aparentemente, en Kotosh (sin fechados para esta época), también.

Todas estas evidencias nos muestran una dinámica bastante más compleja que la de un solo sitio o región “difundiendo” la cultura a otros lugares. Existen elementos compartidos entre las regiones más cercanas, como la pintura mural en Lambayeque y Bagua, o la presencia de plazas circulares hundidas en la costa norte y la costa norcentral, pero también hay suficientes diferencias como para definir tradiciones arquitectónicas y estilos decorativos concretos.

Entonces, ¿es Caral el origen de la civilización andina? Las evidencias no apoyan esta afirmación. Más bien, encontramos que cada región aportó un elemento diferente a las demás. Habría sido el intercambio a larga distancia lo que las conectó y permitió difundir los avances tecnológicos en el espacio andino. A esto habría que sumarle el aporte de las punas de Junín y Pasco, en donde pastores avanzaron con la domesticación de camélidos, elemento esencial para la aparición de las caravanas que, posteriormente, permitirían el movimiento interregional de productos.

Crédito fotográfico: Alison Ruth Hughes – CC BY-SA 4.0

14.01.2020

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