Católicos, radicales y militantes

Claudia Touris

Luis Pásara, destacado jurista y antiguo profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), retoma este texto publicado originalmente en 1986 para añadir unas páginas sobre la actuación de la Iglesia católica peruana a inicios del siglo XXI. Incluye discursos y acciones pastorales realizados durante la pandemia, además de un balance y una lectura retrospectiva que intenta ser más esclarecedora y distante con respecto a los años ochenta, cuando la coyuntura pesaba fuerte sobre los intentos de análisis e interpretaciones de quienes, como Pásara, se habían formado en las filas católicas y se habían embarcado en los proyectos renovadores que impulsó el Concilio Vaticano II (CVII). Esta experiencia en América Latina llevaría a una lectura tan original como radicalizada de la realidad a partir del documento de Medellín (1968) y la “opción por los pobres” cristalizada en libros como Teología de la Liberación. Perspectiva (1971) del sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez.

Como relata el prologuista José Luis Rénique, exalumno de Pásara en la PUCP, este último formó parte de un grupo de profesores que discutieron muy activamente las reformas conciliares en los claustros de dicha universidad. Pásara y otros docentes impulsaron un desplazamiento desde las posiciones más afines a la Democracia Cristiana hacia otras donde no se ocultaba el diálogo con las izquierdas, como fue el caso del Frente Revolucionario de Estudiantes Socialistas (FRES). Los años de las reformas de Velasco Alvarado parecieron favorecer las aspiraciones transformadoras de los católicos liberacionistas expresadas en la elaboración de una “pastoral andina”.

Sin duda, el aspecto más llamativo de la primera edición de este libro fue la intención del autor de brindar una explicación articulada de los factores que hicieron posible el diálogo y, en muchos casos, la fusión entre los grupos católicos y los grupos de izquierda marxista. Si bien estos planteos demoraron más tiempo en otros países del Cono Sur, cabe recordar que, por aquel entonces, todavía se hallaba en pleno auge la “Revolución Sandinista”, a la vez que se estaba librando un proceso de guerra civil en El Salvador y en Guatemala, donde los católicos radicales tuvieron un enorme protagonismo. Es, pues, apelando tanto a su propia experiencia de militante católico como a su afán académico evidenciado en la consulta de fuentes bibliográficas de reconocidos especialistas en el análisis del catolicismo contemporáneo en América Latina que Pásara se propone un acercamiento hermenéutico sobre el filón católico en la conformación de la “Nueva Izquierda” en el Perú y su influjo en los movimientos sociales y políticos que predominaron en los años ochenta.

El libro está estructurado en tres partes. En la primera de ellas, cuya periodización abarca desde los años sesenta hasta mediados de los años ochenta, Pásara se sumerge en la descripción del contexto eclesial y latinoamericano que coadyuvó a la radicalización católica y los conflictos con la jerarquía y demás sectores del catolicismo tradicionalista, para detenerse en el surgimiento del grupo sacerdotal ONIS1 y su relación con la Teología de la Liberación (TL). Por otro lado, el autor caracteriza el estilo católico radical a partir de rasgos tales como el utopismo, el clericalismo, el elitismo, la verticalidad y suficiencia, y la ausencia de una educación democrática. Las acciones políticas de los católicos radicales tendrían como respuesta una contraofensiva conservadora a partir del papado de Juan Pablo II, una estrategia progresiva que durará hasta el final de su papado en 2005, tendencia que continuó con su sucesor, Benedicto XVI.

Si la primera parte ofrece muchos puntos de comparación y afinidad con otros colectivos sacerdotales al estilo de ONIS –los 80 en Chile; el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo en la Argentina (MSTM), Golconda en Colombia–, en la segunda parte, en cambio, sobresalen las singularidades del caso peruano, donde cobran una dimensión muy significativa las acciones de Sendero Luminoso. Mientras la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) tendió a una postura conciliadora y tibia frente a la situación de violencia, las acciones de los católicos radicales devenidos militantes izquierdistas se caracterizaban por su dogmatismo y lectura facciosa de la realidad social. En el otro extremo, la posición de la ultraderecha católica estuvo representada por las acciones del obispo de Ayacucho, Juan Luis Cipriani, quien legitimaría las operaciones represivas del presidente Fujimori y las violaciones de Derechos Humanos que se perpetraron en aquella región. La periodización de este segundo segmento del libro se extiende desde mediados de los años ochenta hasta la actualidad. La heterogeneidad del universo católico implosionado tras las reformas conciliares dio lugar a posturas antitéticas en su interior. El caso de Cipriani, quien llegó a ser Arzobispo de Lima y Cardenal Primado del Perú, contó con el apoyo de Juan Pablo II, quien favoreció al Opus Dei, Instituto Secular al que pertenecía Cipriani y cuya estrella se apagó no solo tras los informes de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) sino también tras los aires de cambio que trajo el papa Francisco.

 En la tercera y última parte del libro, Pásara intenta realizar un balance general de cómo fueron mutando las relaciones entre la Iglesia católica, la sociedad y el poder político en el Perú, retomando la pregunta inicial acerca de hasta dónde llegó la aspiración transformadora de los católicos radicales iniciada en los años sesenta.  Si bien queda claro que su mayor conocimiento de lo acaecido en aquella década lo sitúa como un narrador-testigo que procura repensar este proceso complejo y controversial en la historia de la Iglesia católica peruana y de América Latina en su conjunto, es allí donde aparece más subrayada la limitación del libro. Pásara ensaya una lectura crítica, casi a  modo de estado de la cuestión, de rigurosas investigaciones de especialistas más familiarizados con este tema. Pásara hace afirmaciones algo atrevidas respecto de lo acontecido en Brasil, Argentina o Nicaragua. En primer lugar, el autor afirma con lucidez que el CVII conllevó una favorable redefinición del vínculo Iglesia-sociedad, modificando la noción de que la institución tenía que seguir siendo por defecto una aliada de los sectores sociales más poderosos, y que, por el contrario, también podrían gestarse en su seno proyectos reformistas en favor de los sectores populares. En segundo lugar, la Iglesia post-conciliar puso de manifiesto formas heterogéneas de ser católico en la vida pública, llegando a expresarse claramente –por ejemplo– durante las elecciones presidenciales de 1990 y las discusiones internas respecto del apoyo a la candidatura del escritor Mario Vargas Llosa. Ciertamente, la “crisis católica” en clave peruana –para utilizar un concepto del historiador francés Denis Pelletier– puso de manifiesto una fragmentación interna que provocó un cuestionamiento a la autoridad de las jerarquías más refractarias a los cambios, no solo en cuanto a acciones políticas proyectadas sobre la sociedad, sino también con respecto a la dinámica interna de una institución con un ejercicio del poder de tipo monárquico. Además, en las últimas décadas, el campo religioso peruano experimenta una mutación equiparable a lo que acontece en otros países de la región, donde ha crecido notablemente el peso de las iglesias evangélicas neo-pentecostales, mientras que la Iglesia católica ha perdido muchos feligreses. Esta pluralidad del campo religioso no connota automáticamente una situación de pluralismo (en este punto coincidimos con el autor) donde el Estado considera todos los credos desde un punto de vista neutral, ya que la Iglesia católica, aún mermada, sigue siendo un actor político privilegiado. Internamente, también hay importantes diferencias que se disimulan con el propósito de mantener la unidad. Aquí hay más bien un comportamiento de continuidad, ya que incluso los liberacionistas evitaron ser expulsados de la institución y convertirse en grupos cismáticos. El caso de la sanción al sacerdote Gustavo Gutiérrez, su silencio y traspaso del clero diocesano al regular en la orden dominica es un buen ejemplo de esta cuestión.

Una de las conclusiones centrales del libro de Pásara es que el fenómeno de la radicalización católica no alcanzó a las bases sino solamente a las jerarquías, el clero y las elites laicas. También, que los sectores medios y medios altos no fueron receptivos del catolicismo liberacionista. Consideramos que esta afirmación es demasiado contundente, incluso para el caso peruano que el autor conoce mejor. Pero aún aceptando que así hubiera sido en el Perú, disentimos en que esta certeza sea válida para el caso de Brasil, que es el ejemplo más emblemático y más significativo de los alcances de la TL, donde ha habido grandes referentes como Leonardo y Clodovis  Boff, Frei Betto y Carlos Mesters, a los que se suman la mayoría de los obispos del nordeste, Mato Grosso y la Amazonía. Scott Mainwaring, autor que Pásara cita, desmiente esta idea, como también lo hacen Michael Löwy y Keneth Serbin, investigadores que el autor no menciona. Sin negar una impronta elitista de parte de los referentes principales de la TL, el modelo de la eclesialidad propuesta en las Comunidades Eclesiales de Base (CEBS) tendió a una dinámica de ida y vuelta entre líderes y feligreses en la cual se buscaba replicar hacia abajo una forma autogestiva en la toma de decisiones utilizando el método de alfabetización de Paulo Freire. Lo mismo podría decirse de sus afirmaciones sobre la Iglesia argentina después del declive del MSTM, que no fue la causa del apoyo de la Comisión Episcopal Argentina (CEA) a la dictadura, sino que aquí también podemos hablar de una división de la jerarquía eclesiástica donde no faltaron obispos que alentaron la conformación de los Organismos de Derechos Humanos y cobijaron a los familiares de los desaparecidos.

Tal vez uno de los elementos más controvertidos, al hablar de los católicos radicales no solo en el Perú sino en toda América Latina, es el diagnóstico tan drástico de Pásara sobre la urgencia del cambio social y los medios para conseguirlo, lo cual en la práctica significó una relación ambivalente y controvertida respecto de la violencia y el apoyo a los movimientos armados. Coincidimos con Pásara en que la formación verticalista recibida en las ramas especializadas de la AC, trasladada a las agrupaciones de izquierda que también fueron formadas en un intelectualismo elitista, coadyuvaron a la escasa valoración de prácticas democráticas al interior de sus organizaciones. Sin embargo, el concepto de integrismo de izquierda empobrece bastante la perspectiva sobre este proceso y no puede dar cuenta de los matices como tampoco de las rupturas y los puntos de inflexión.

El desafío de aprender a desarrollar valores pluralistas acordes a sociedades modernas y democráticas sigue siendo una asignatura pendiente en la medida en que la Iglesia católica ya no es un actor hegemónico en el campo religioso ni en el escenario político. Su acento en las cuestiones sociales, humanitarias, ambientales y la reivindicación de los pueblos originarios recoge la agenda reformista del papa Francisco desde su elección en 2013, aunque sigue siendo moralmente conservadora con relación a la perspectiva de género, la autonomía de los cuerpos de las mujeres y el reconocimiento de las disidencias sexuales, en continuidad con su dificultad histórica para aceptar las derivas de la secularización en un contexto global en los albores del siglo XXI.

En síntesis, consideramos este libro como una valiosa y necesaria contribución a repensar el lugar de la Iglesia católica en el Perú en el último siglo y también para alentar nuevas pesquisas sobre muchas de las intuiciones e hipótesis del autor que exigen comprobación empírica.


Créditos de la imagen: Matilde Pérez Palacio, directora de la Escuela de Periodismo (1945-1972) besa la mano de Monseñor Fidel Tubino, rector (1953-1962). Detrás, a la izquierda: Daniel Díaz Herencia, secretario de la Facultad de Educación. Ceremonia de clausura del año académico 1960. Pontificia Universidad Católica del Perú, Archivo de la Universidad, Fotografías Institucionales.


Luis Pásara, Católicos, radicales y militantes. Cincuenta años de conflictos de la Iglesia peruana. Lima: La Siniestra Ensayos, 2021, 252 pp.

Notas

  1. Dos contribuciones dedicadas especialmente a este colectivo sacerdotal llamativamente omitidas por Pásara en esta segunda edición de su obra son:  Hyun Jo, Young.  “Un estudio comparativo de la participación sociopolítica de los grupos sacerdotales bajo los regímenes militares en el Perú y en Corea: Los casos de ONIS y la ASpJ”. Tesis de doctorado en Estudios Latinoamericanos. México: UNAM, 2007; y Juan Ramírez Aguilar. “Movimiento Sacerdotal ONIS. La Iglesia en el Perú frente a las demandas de justicia social, 1968-1975”. Tesis de licenciatura. Lima: Seminario de Historia Rural Andina-Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2014.

03.09.2022

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