Según los análisis iniciales, los resultados de las recientes elecciones en el Perú revelan una situación política en extremo fragmentada, al punto que algunos observadores no dudan en afirmar que el Perú está “roto en mil pedazos”. Otros sostienen que la erosión o desaparición, incluso la actitud abiertamente hostil a la política, explican el difícil cuadro que el país tiene ante sí en cuanto a alternativas para el futuro a corto y mediano plazo.
Desde que se perfilaron los ganadores de la primera vuelta, distintos medios han preguntado por qué no “fuimos” capaces de anticipar este resultado. Al exigir una respuesta inmediata que lo explique todo, la pregunta busca, en realidad, neutralizar o deslegitimar las reflexiones más profundas que parten de la observación de una realidad siempre en movimiento, capitalizan investigaciones pasadas y en curso y, a partir de las evidencias que van aflorando, plantean una serie de interrogantes fundamentales que nos ayuden a comprender esa realidad social. En una coyuntura como ésta, esas preguntas son, en realidad, tan importantes como las respuestas.
Entre las razones que se esgrimen, en cambio, están la manera en que partidos como Perú Libre han llevado la campaña tanto en las ciudades como en las zonas rurales, campaña que pasó desapercibida en Lima; la ausencia de percepciones certeras e incluso de interés entre quienes siguieron el proceso desde Lima; el desconocimiento de alternativas que sí convencen a los sectores de la población menos privilegiados; y la existencia de redes, formas de comunicación y mecanismos de socialización que escapan al conocimiento y las sensibilidades de las clases medias urbanas. En suma, se apela, entre otras razones, al presunto abismo que separa a las elites urbanas de las mayorías del país. Ésta es, por supuesto, una variante de la vieja y desacreditada tesis del “Perú profundo”.
Si bien estas explicaciones iniciales son seductoras, en este dossier buscamos explorar el escenario indagando en aspectos estructurales que no se reduzcan a la idea sin duda cierta pero parcial del agotamiento del modelo económico que ha hecho muy poco por la mayoría de la población, o preguntando si acaso el conocimiento sobre la sociedad peruana no está seriamente limitado por falta de investigación y por la necesidad a veces desesperada de ocuparse de lo inmediato y hasta de lo superficial. Cabe preguntarse también por el lugar incierto que la investigación académica tiene en la sociedad y por la inclinación a reportar sólo lo que un grupo muy reducido de personas conoce y hace circular en medios. La velocidad y la inmediatez de los hechos conducen a muchos a querer reemplazar el trabajo y el aporte intelectual por la respuesta rápida y supuestamente ingeniosa cuyos correlato empírico y capacidad explicativa quedan más bien pendientes de demostración.
A fin de contribuir al debate sobre la situación por la que atraviesa el país, los editores de Trama invitamos a un grupo de investigadores a comentar y analizar alguno de esos “fragmentos” en los que supuestamente se ha dividido el país. ¿Cuáles son las piezas que es preciso comenzar a encajar para tratar de entender la totalidad? ¿Cuáles son algunas de las claves fundamentales de lectura? ¿A qué procesos y antecedentes deberíamos estarles prestando atención? ¿Es cierto que nada sabemos que nos ayude a comprender el escenario que viene desarrollándose ante nuestros ojos? Estos son sus aportes.
Las fotografías que ilustran estos textos, realizadas por Musuk Nolte entre 2020 y 2021, son parte de un registro visual ambicioso sobre la situación actual, aunque dirigen la mirada insistentemente más allá de la coyuntura, hacia las grietas profundas y los problemas de base que el conjunto de textos intenta comprender.
29.04.2021