Hace algunos meses, en medio de un clima de prolongada confusión política, un escenario electoral convulso y una persistente crisis sanitaria, el presidente Pedro Castillo anunció la ejecución de una “segunda” reforma agraria en el Perú. El anuncio tocaba uno de los temas más sensibles del imaginario político del país: la reforma agraria del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada en 1969. El revuelo en torno a uno de los episodios históricos más importantes del siglo pasado no era, de modo alguno, inusitado. En 2019, con ocasión de los cincuenta años de la reforma agraria, el cineasta Gonzalo Benavente Secco produjo y dirigió el documental La revolución y la tierra, que se convirtió en el filme de no ficción más visto en la historia del cine peruano. En el lapso de dos años, en el marco de la celebración del Bicentenario de su emancipación como república, un país confrontaba uno de sus fantasmas más aciagos.
La “primera” reforma agraria formó parte de un conjunto de medidas de corte político, económico, social y cultural con el que los militares acaso buscaban preparar al país para el Sesquicentenario de su fundación (1971). Tanto el golpe militar de 1968 como sus dos medidas iniciales más emblemáticas–la expropiación de los yacimientos petroleros de Talara de manos de la International Petroleum Company y la reforma agraria –fueron presentadas, narrativa y simbólicamente, como nuevos hitos en el gran relato histórico del país.
Pese a la centralidad histórica de la reforma agraria, el estudio del “problema de la tierra” no ha sido moneda corriente entre los historiadores. Con algunas excepciones, como los pioneros trabajos publicados desde el Instituto de Estudios Peruanos, incluyendo Hacienda, comunidad y campesinado o Yanaconaje y reforma agraria en el Perú, o algunos trabajos recientes que abordan el tema como los libros de Ponciano del Pino o Jaymie Patricia Heilman, la cuestión agraria del siglo veinte no ha recibido la atención historiográfica que merece. Land Without Masters: Agrarian Reform and Political Change under Peru’s Military Government [Tierra sin patrones. Reforma agraria y cambio político bajo el Gobierno Militar en el Perú], libro de la historiadora Anna Cant, inaugura un nuevo momento en la historiografía rural y agraria del Perú y América Latina. En el escenario actual de consolidación de la gran propiedad y del avance de la agroindustria corporativa, repensar las trayectorias históricas agrarias y rurales de los estados nacionales resulta una tarea indispensable.
El libro de Cant se asienta, entre otras premisas, sobre una tradición historiográfica que en el pasado nutrió algunos de los pocos debates intelectuales en Perú: la historia regional o subnacional. La reforma agraria, como lo recuerda la autora en las primeras páginas, fue una experiencia discursivamente monolítica pero empíricamente heterogénea. Más allá de un discurso vinculante y pretendidamente homogeneizador, bajo los lemas de “campesino, el patrón no comerá más de tu pobreza” y “tierra para el que la trabaja”, las políticas y resultados de la reforma agraria de 1969 dependieron de las especificidades regionales y locales en donde se aplicaban. Cant se enfoca, con acierto, en tres departamentos con diferentes realidades sociales, políticas, económicas y territoriales: Piura, Cuzco y Tacna. El primero de ellos, Piura, es uno de los epicentros de los grandes complejos costeros agroindustriales que sostenían materialmente a la oligarquía terrateniente que el Gobierno Militar buscaba desplazar definitivamente. El segundo, Cuzco, era territorio donde proliferaban haciendas y comunidades, y donde coexistían el “gamonalismo” y un importante nivel de organización campesina. Finalmente, Tacna, en el extremo sur del país, tenía una estructura terrateniente mixta–con muchos minifundios y algunos latifundios–aunque fue su carácter fronterizo con Chile lo que colocó a este departamento en la vanguardia de los espacios de intervención para el Gobierno Militar.
Land Without Masters reconstruye una historia altamente fragmentada. Las oficinas estatales dedicadas a la gestión del campo, desde al menos 1921, han sido diversas y–en muchos casos–de corta vida institucional. Cant debió hacer uso de un amplio rango de documentos y otros recursos, incluyendo entrevistas, para ensamblar una narración comprehensiva y convincente sobre las diferentes tensiones entre la norma y la práctica de la reforma agraria. Frente a juicios simplistas sobre el valor de la reforma, sea como causante de la década de violencia política subsecuente o como muro de contención de convulsiones todavía más profundas, el libro de Cant muestra los diferentes puntos de colisión y fricción entre las visiones de todos los agentes y actores involucrados en el ideario, planeamiento, conducción y ejecución de la reforma agraria militar.
Tras una sucinta pero sustancial mirada al problema de la tierra en el siglo veinte, Land Without Masters examina el rol de SINAMOS–el Sistema Nacional de Movilización Social establecido por el Gobierno Militar–en la “promoción” de la reforma agraria en cada uno de los departamentos estudiados. A continuación, Cant entrega uno de sus argumentos más audaces y persuasivos: los vínculos entre alfabetismo (político), reforma educativa y reforma agraria. Al evocar al campesino como sujeto de la reforma agraria, el Gobierno Militar también perfiló los contornos de una nueva expresión de ciudadanía, centrada en el campo. A medida que la reforma agraria de Velasco colocaba al campesinado como objeto de una intervención estatal monumental, también le brindaba herramientas de diferente índole para su autoafirmación como sujeto político, proceso que sería clave para el desenlace final de la reforma y otros desenlaces posteriores.
La incorporación del campesino al ideario político de la nación requirió, asimismo, de otras intervenciones en el terreno de los medios de masas. Para ello, explica Cant, Velasco y sus generales no solamente establecieron SINAMOS, sino que también se dedicaron a una producción de propaganda estatal sin precedentes que necesitó, entre otras medidas, de la expropiación de diarios y del empleo de la radio y la televisión. En otra historia de consecuencias involuntarias, una expansión discursiva de este tipo terminó socavando la hegemonía política de un régimen dictatorial y abriendo un debate público sobre el sentido y significado de la reforma agraria. Las visiones contemporáneas en conflicto sobre la reforma, según sugiere Land Without Masters, son herederas de estas nuevas esferas públicas y espacios políticos generados por la ambivalente hegemonía política de la intervención estatal más importante de la historia del país. A esta ambivalencia, sus tensiones y dilemas, es que se dedican las últimas páginas de este extraordinario libro, explicando las luchas por el valor ideológico de las reformas estatales y sus legados.
En Land Without Masters, los interesados en plantear una segunda reforma agraria encontrarán argumentos para pensar la agenda agraria del Bicentenario y, probablemente, repensar el sentido de rotular como “segunda” a su nueva propuesta de intervención en el agro. Como en el relato de la incompletitud de la independencia que propugnaba el Gobierno Militar para fundamentar su legitimidad política, Cant presenta el relato de una reforma inconclusa, trabada, obstruida y frustrada por las que debían ser –probablemente– sus mejores fortalezas. Atender a la demanda campesina familiar, reforzar y proteger la pequeña producción, incorporar el problema del agua a la cuestión agraria y perfeccionar los modos de producción cooperativa entre comunidades y productores forman una agenda pendiente desde hace más de medio siglo.
Crédito de la imagen principal: Sin identificar. II Convención de la Liga Agraria Domingo Huarca Cruz [Cusco: 1975]. Impresión offset y serigrafía. 63,8 X 43,1 cm. Archivo Mariotti-Luy en custodia en el Museo de Arte de Lima
29.01.2022