Los pocos informes que tenemos permiten sugerir que Kuélap se desmorona por una mala gestión de conservación. No por falta de buenas intenciones ni por falta de dinero, pues se mencionan decenas de millones gastados en mantener el sitio. Parece ser que quienes intervinieron no sabían lo que hacían. Este dato esencial aparece como explicación aislada de algunas voces informadas, pero no se debate ampliamente ni se reconoce en todos sus alcances.1 Kuélap se cae por falta de especialistas que puedan asesorar adecuadamente a los ministros y por la limitada capacidad de los expertos contratados. El problema no es sólo con Kuélap. No hemos sido capaces de entender que la falta de conocimiento especializado, objetivo e independiente ha sido uno de los principales problemas del ministerio desde su fundación.
Ante la ausencia de políticas que valoren el conocimiento especializado emergen sucedáneos que poco aportan. Con verdadera fe religiosa en un voluntarismo de potencias casi mágicas, se extiende la idea de que el amor por el patrimonio es la clave para solucionar los gravísimos problemas que afectan la gestión del patrimonio y de la cultura en el país. En realidad, no parece faltar amor. En los medios y en las aulas se extiende como un mantra ese discurso de marca país que celebra los ejes de una identidad singular que uniría a todos los peruanos, fundamentalmente en torno a Machu Picchu, la gastronomía y la cultura viva. Ese discurso se ha instalado en el Ministerio de Cultura, al punto que ha quedado firmemente establecido en el imaginario local la idea de que la principal responsabilidad del sector es potenciar ese patriotismo cultural vacío de ideas y contenidos. Esa labor la cumple cabalmente desde hace muchos años.
Si existe el amor por el patrimonio, ¿por qué entonces tan pocos peruanos elevaron su voz de protesta cuando sucesivos gobiernos a lo largo de décadas anunciaban la construcción de un aeropuerto en Chinchero, un proyecto que significaba la destrucción de uno de los más importantes paisajes incas del Perú? Hubo muy pocas voces de protesta, porque para la mayoría Chinchero era otro pueblo más en las inmediaciones del Cuzco que podía sacrificarse para dar curso al progreso que traería el aeropuerto. Es probable que gran parte de los peruanos e incluso muchos funcionarios del gobierno no supieran que Chinchero era la propiedad real del inca Túpac Yupanqui, un lugar de excepcional valor arqueológico, histórico y cultural. El hecho de que hubiera no una sino varias declaratorias del sitio como patrimonio nacional no parece haber calado hondo ni en el público ni en las autoridades. Incluso arqueólogos que estaban plenamente conscientes de la importancia del lugar no parecen haber medido la dimensión del desastre que se avecinaba, algo que fue de inmediato evidente para organizaciones y expertos en todo el mundo.
Más allá de las buenas intenciones, es la desinformación y la falta de conocimiento experto lo que atenta contra el patrimonio en el Perú, día a día, todos los días. No cabe duda de que en todo esto juegan otros factores críticos, como el intencional desmantelamiento y debilitamiento del Estado, que queda anulado para oponer resistencia a las presiones de intereses económicos y políticos diversos. Lo que ocurre en cultura es menos evidente de lo que ya se dio de manera más escandalosa con otras instancias de control gubernamental como la Sunedu, pero no es menos grave. Un ministerio sin información y sin el concurso activo de voces expertas es una institución con menos capacidad para hacer valer procedimientos y leyes de control. Identificar las carencias del sector debería ser el punto de partida para diagnósticos precisos sin los cuales difícilmente encontraremos las soluciones puntuales que se requieren.
¿Cuál es la dirección en el Ministerio de Cultura responsable por la investigación en conservación del patrimonio? Aunque parezca increíble no existe en el organigrama, aunque ciertas funciones relacionadas se ejercen desde otras direcciones. ¿Quiénes son los expertos en el Ministerio de Cultura que pueden evaluar una intervención de conservación de monumentos o de restauración de bienes muebles? ¿Dónde se formaron? ¿De dónde saldrá la siguiente generación de conservadores y restauradores? ¿Cuánto se invierte en formación de especialistas? ¿Qué carreras relacionadas con la gestión del patrimonio existen en el país? ¿Qué becas existen para apoyar la formación de técnicos en gestión del patrimonio en el extranjero? ¿Cuánto se invierte en investigación? ¿Qué bibliotecas especializadas y qué recursos de información en temas de patrimonio existen en el país? ¿Qué pasó con las comisiones consultivas de expertos que asesoraban al ministerio? Esas preguntas casi nunca se plantean. Que estén fuera del radar dice mucho de la imprecisión de nuestras demandas y expectativas frente a la gestión cultural en el país. Tampoco son las únicas que necesitamos plantear. Poder responderlas trazando objetivos precisos y tangibles sería un primer paso para mejorar las capacidades de gestión del patrimonio en el país.
Notas
- No he podido ubicar información oficial acerca de los montos invertidos. La arqueóloga Sonia Guillén, ex ministra del sector, señala una inversión de más de 85 millones de soles en Kuélap desde el Ministerio de Cultura. Véase “Kuélap: de monumento histórico a una ruina”, La República, 12 de abril de 2022. Véase también Ani Lu Torres, “Kuélap: Mincetur destinará 8,5 millones de soles para la conservación del centro arqueológico”, La República, 14 de enero de 2020.
28.04.2022