El conflicto armado interno (CAI) entre el Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (SL) y el ejército peruano provocó la muerte y desaparición de más de 69.000 personas entre 1980 y 2000 (CVR, Anexo 2, 13). El conflicto ha sido objeto de una amplia investigación académica, aunque un aspecto todavía poco investigado y comprendido es el papel de los mandos intermedios de SL, los encargados de poner en práctica los planes violentos diseñados por el Comité Central de la organización. ¿Quiénes eran estos individuos, qué les motivaba y cómo llegaron a asumir posiciones de poder en esta organización subversiva? Centrándose en el departamento de Huancavelica, Ricardo Caro Cárdenas traza la trayectoria de uno de estos dirigentes -Justo Gutiérrez Poma- a través de una variedad de encarnaciones políticas: comunero, promotor de la reforma agraria en Sinamos, asociado de los izquierdistas radicales, dirigente de la federación campesina y del frente regional, delegado en las reuniones de la Confederación Campesina del Perú (CCP) y, finalmente, jefe militar del comité zonal de SL en Huancavelica (8). Al hacerlo, reflexiona sobre el arco más amplio de la política campesina en el Perú del siglo XX.
El libro se basa en la tesis de maestría en historia de Caro y combina una minuciosa investigación de archivo con entrevistas en profundidad a antiguos activistas de izquierda, líderes campesinos, trabajadores de ONG, periodistas y profesores. La investigación también se basa en la experiencia del autor como investigador de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Actualmente, forma parte de la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Esta familiaridad con la cronología, los puntos de inflexión y las características del CAI se refleja en el análisis de Caro sobre la política rural de Huancavelica, lo que le permite centrarse tanto en los acontecimientos locales como reflexionar sobre lo que ellos nos dicen sobre el panorama nacional.
La primera parte del libro examina el desarrollo de la política rural en Huancavelica durante el período que va desde 1963 hasta 1974, analizando la creación de la Federación Departamental de Comunidades y Campesinos de Huancavelica (FEDECCH) y las ideas y acciones de los líderes campesinos en las provincias de Huancavelica, Acobamba y Angaraes. La segunda parte se centra en la biografía de Justo Gutiérrez Poma, y en sus movimientos e interacciones con diferentes organizaciones políticas y sociales, tratando de entender su camino hacia el extremismo radical y vinculándolo a los acontecimientos más amplios de la región. La tercera y última parte aborda el estallido del conflicto armado en Huancavelica entre 1980 y 1982, y traza las conexiones entre SL y el radicalismo del siglo XX en la región.
Una de las principales contribuciones del libro es dar cuerpo a la política de las comunidades campesinas durante el gobierno militar (1968-1980). Tras tomar el poder en octubre de 1968, uno de los primeros y más radicales decretos de Juan Velasco Alvarado fue la ley de reforma agraria de 1969, el cual prometía acabar con el sistema de explotación de las haciendas, redistribuir la tierra y establecer un sistema cooperativo que potenciara la participación de los campesinos en la economía nacional. Huancavelica fue declarada zona de reforma agraria en febrero de 1970; en los meses siguientes, se produjeron unas doce adjudicaciones, lo cual la convirtió en uno de los lugares más tempranos en experimentar la aplicación de la reforma (Tacna, en cambio, no sería declarada zona de reforma agraria sino hasta 1974). Caro identifica dos momentos en la relación entre los campesinos de Huancavelica y el gobierno de Velasco: el entusiasmo por el gobierno y su agenda política entre 1971 y 1972, seguido de una dramática caída del apoyo entre 1972 y 1974, en respuesta al creciente autoritarismo del gobierno. Es importante destacar que la FEDECCH -al igual que otras federaciones campesinas locales de la época- solicitó su inscripción en Sinamos (Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social, creado en 1971), pero esta le fue denegada. Ya sea por sospechas sobre la orientación política de sus miembros o por dudas sobre su capacidad organizativa, Sinamos procedió a marginar a la FEDECCH y a crear un sustituto financiado por el Estado: la Federación Agraria Departamental Juan Taype. Además, Caro señala que, si bien los comunistas y los izquierdistas radicales ahora veían el valor de los campesinos como aliados políticos (tras la ola de ocupaciones de tierras liderada por los campesinos que se extendió por el altiplano central y sur a principios de los años sesenta), seguían viéndolos en términos paternalistas y desde una posición de republicanismo criollo. Esto ayuda a explicar por qué figuras como Justo Gutiérrez Poma vagaron entre diferentes grupos y organizaciones políticas durante la década de 1970, en busca de un colectivo o institución que representara realmente las demandas campesinas.
A lo largo del libro, el autor hace un excelente uso de la efeméride política, como manifiestos, panfletos y folletos. A menudo se asume que, dadas las altas tasas de analfabetismo en el Perú rural de la época, las historias de la política campesina deben basarse en la historia oral y la investigación etnográfica para captar adecuadamente las voces e ideas de los protagonistas. Sin embargo, como mostraron Frank Salomon y Mercedes Niño-Murcia (2011), el uso de la palabra escrita para el autogobierno y la cultura religiosa tiene una larga historia entre las sociedades semianalfabetas de los Andes, y esto continuó en el siglo XX. Mediante el análisis de publicaciones como Voz Campesina Huancavelicana, que apareció después del séptimo congreso de la FEDECCH en 1977 y continuó hasta 1979, Caro desvela el faccionalismo de la política rural y destaca los temas que ocuparon a los activistas campesinos y los miembros de las comunidades de la época.
Dichas publicaciones formaban parte de una tendencia más amplia de autoedición que fue activamente promovida y facilitada a lo largo de la década de 1970 por la CCP e instituciones eclesiásticas como el Instituto de Educación Rural. Un ejemplo anterior del departamento de Lima, La Voz del Campesino, ha sido recientemente digitalizado y puesto a disposición a través de la Biblioteca Digital de la Universidad de Cambridge. Una de las cosas más llamativas de las que revelan los archivos centrales de la CCP es el surgimiento de una cultura de debate e intercambio a nivel nacional basada en periódicos y boletines producidos por las organizaciones campesinas, un fenómeno que fue particularmente prominente durante la era de Velasco. Esta red de publicaciones campesinas es, a su vez, una pista que ayuda a entender la movilidad de una figura como Gutiérrez Poma. Si los estudios anteriores sobre el CAI han tendido a separar sus dimensiones locales y nacionales, Caro muestra cómo fue posible que los líderes campesinos se movieran entre los espacios políticos de Huancavelica y Lima. Por ejemplo, destaca los contactos de Gutiérrez Poma con estudiantes de izquierda de la Pontificia Universidad Católica del Perú, algunos de los cuales eran miembros del movimiento indianista Taller de Arte Experimental (TEA). Estos estudiantes colaboraron con la FEDECCH en la publicación de los acuerdos de su 7º Congreso celebrado en agosto de 1977. Además, su práctica artística y reivindicación de la comunidad campesina se filtró en la Voz Campesina Huancavelicana, la cual incluyó ilustraciones de Mariátegui y Túpac Amaru realizadas por miembros destacados del TEA (75-76).
A través de entrevistas y publicaciones de la época, incluida la cobertura de la prensa local, también conocemos la evolución de la política regional en Huancavelica. Esto es particularmente importante dada la escasez de estudios históricos dedicados al departamento. El capítulo 6, por ejemplo, proporciona información clave sobre los nuevos niveles de politización que caracterizaron a Huancavelica a finales de la década de 1970. Como ya se ha señalado, las protestas organizadas por el sindicato de maestros SUTEP desempeñaron un papel fundamental en la movilización de la oposición al gobierno y en el estímulo de la discusión de las ideas marxistas en los contextos rurales. La huelga general de 1977 fue la primera vez que Huancavelica participó en una protesta nacional. De nuevo, la biografía de Gutiérrez Poma nos ayuda a ver cómo se produjeron estas movilizaciones. Gutiérrez Poma jugó un papel clave en la organización de la protesta y su trabajo previo con Sinamos y DESCO significaba que era una persona conocida y de confianza en las comunidades rurales. También hubo un aspecto generacional: todos los dirigentes que militaron junto a Gutiérrez Poma tenían menos de treinta años. La participación en la huelga general fue seguida por una gran movilización popular en 1978, con fuerte influencia del radical Partido Comunista del Perú-Patria Roja. Una de las principales quejas de la protesta de 1978 fue la insuficiencia del suministro de electricidad, lo que habla de las frustraciones más amplias (y persistentes) en torno al ritmo de desarrollo de las infraestructuras en el interior. Además de su valor intrínseco, este debate sobre la organización política regional también ayuda a complicar la idea de que SL se limitó a explotar la desesperación económica y los resentimientos locales, y muestra cómo el creciente radicalismo de la década de 1970 estimuló el apetito por la política revolucionaria entre diversos sectores y organizaciones sociales. Es significativo que Caro escriba que, aunque el discurso ideológico de SL tenía cierto atractivo, «sus primeros éxitos no implicaban una adhesión colectiva, sino más bien un oportunismo inmediato en sectores marginales del campo huancavelicano.» (179).
Otra de las principales aportaciones del libro es su análisis de los debates en el seno de la CCP sobre cómo responder a la Asamblea Constituyente de 1978 y al retorno de la política electoral. Los llamados «dogmáticos» llamaron a un boicot total del proceso, argumentando que era una manipulación burguesa diseñada para silenciar las demandas de cambio social radical. Sin embargo, Patria Roja, Vanguardia Revolucionaria-Proletario Comunista (VR-PC) y el relativamente desconocido Sendero Luminoso fueron los únicos elementos de izquierda que decidieron no participar en las elecciones para la Asamblea Constituyente. De hecho, los altos niveles de participación en las elecciones a la Asamblea Constituyente hicieron que algunos miembros de estos grupos volvieran a la política electoral en 1980. Por otra parte, dentro de la VR-PC, el repentino entusiasmo por la política electoral creó una marcada división entre los intelectuales de izquierda y los dirigentes campesinos, permaneciendo estos últimos convencidos de la necesidad de boicotear las elecciones. Caro sostiene que éste fue un momento decisivo en el que los grupos campesinos de VR-PC comenzaron a distanciarse del partido y a buscar alianzas individuales con SL. Aunque las tensiones que rodearon el retorno a la democracia dentro de VR-PC y la FEDECCH se analizan eficazmente, me habría gustado saber más sobre las percepciones más amplias de la transición democrática en Huancavelica. Caro señala, por ejemplo, que, aunque el 60,72% de los votantes de la provincia de Acobamba participó en las elecciones de 1980, el 29,34% de estos votos fue nulo. ¿Qué nos dicen estos resultados del frágil estado de la democracia en ese momento? Una conclusión más larga y reflexiva habría permitido al autor comentar este punto, así como destacar los principales aportes del libro. No obstante, se trata de una obra pionera que invita a la reflexión y que será fuente de inspiración para quienes buscan entender la política peruana desde la base.
Referencias
Comisión de la Verdad y Reconciliación (2003), Informe Final.
Salomon, F. y Mercedes Niño-Murcia (2011), The Lettered Mountain: A Peruvian Village’s Way with Writing. Durham: Duke University Press.
Ricardo Caro Cárdenas, Demonios encarnados. Izquierda, campesinado y lucha armada en Huancavelica (1963-1982). Lima: La Siniestra, 2021.
Crédito de la imagen: Campesinos de Chopja en el VIII Congreso de la FEDCCH, Sacsamarca, 1979. Fotografía de Nelly Plaza.
18.06.2022